miércoles, 21 de marzo de 2007

Miércoles de la semana IV de Cuaresma “Llega la hora en que los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios”

EVANGELIO DEL DIA

¿Señor a quién iriamos ? Tienes las palabras de la vida eterna. Jn 6, 68


miércoles 21 Marzo 2007


Miércoles de la semana IV de Cuaresma
Hoy la Iglesia celebra : San Nicolás,   Santa Marìa Francisca

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San Agustín : "Llega la hora en que los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios"


Evangelio según San Juan 5,17-30.

El les respondió: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo". Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre. No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Agustín (354-430, obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Homilía 97

"Llega la hora en que los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios"


     "¡Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará!" (Ef 5,14). Comprende de qué muertos se trata cuando oyes decir: "¡Levántate de entre los muertos!" Incluso de muertos visibles se dice, a menudo, que duermen; y, verdaderamente, todos duermen por aquél que los puede despertar. Para ti, un muerto está bien muerto: por mucho que lo golpees, lo sacudas, no se despierta. Pero para Cristo sólo estaba dormido aquel a quien ordenó: "¡Levántate!" y, al instante, se levantó (Lc 7,14). Es fácil despertar a uno que duerme en su cama; pero más fácilmente aun, Cristo despierta a un muerto enterrado…

     "Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días" (Jn 11,39). Pero llega el Señor a quien todo le es fácil. Frente a la voz del Salvador no hay ataduras que no cedan; los poderes infernales tiemblan y Lázaro sale vivo… Por la voluntad vivificante de Cristo, incluso los que ya hace tiempo murieron, no están más que dormidos.

     Pero Lázaro, una vez salido del sepulcro, era todavía incapaz de caminar.  Por eso el Señor ordenó a sus discípulos: "Desatadle y dejadlo marchar". Cristo lo  había resucitado; ellos lo liberaron de sus ataduras. Fijaos en lo que hace el Señor para que alguien vuelva a la vida: habiendo sido esclavo de la costumbre, escucha las exhortaciones de la Palabra divina… Los pecadores, vivamente amonestados, entran dentro de sí mismos, comienzan a repasar su vida y a sentir el peso de las cadenas
de sus malas costumbres. Deciden cambiar su forma de vida: ¡vedlos ya resucitados! Pero, aunque están ya vivos, todavía no pueden caminar; es preciso que sus ataduras sean echadas fuera de ellos; esto es trabajo de los apóstoles: "Lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo" (Mt 18,18).
 
 
 

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