sábado, 17 de marzo de 2007

¿Señor a quién iriamos ? Tienes las palabras de la vida eterna. Jn 6, 68

EVANGELIO DEL DIA

¿Señor a quién iriamos ? Tienes las palabras de la vida eterna. Jn 6, 68


sábado 17 Marzo 2007


Sabado de la semana III de Cuaresma
Hoy la Iglesia celebra : San Patricio,   San José de Arimatea

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Santa Teresa del Niño Jesús : Por la confianza y el amor


Libro de Oseas 6,1-6.

"Vengan, volvamos al Señor: él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra". ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz. Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.


Salmo 51(50),3-21.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Por eso, será justa tu sentencia y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací; pecador me concibió mi madre.
Tú amas la sinceridad del corazón y me enseñas la sabiduría en mi interior.
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame el gozo y la alegría: que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad; reconstruye los muros de Jerusalén,
Entonces aceptarás los sacrificios rituales - las oblaciones y los holocaustos - y se ofrecerán novillos en su altar.


Evangelio según San Lucas 18,9-14.

Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctor de la Iglesia
Manuscrito autobiográfico C, 36rº-vº

Por la confianza y el amor


     Esa es mi oración; pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor, que me una estrechamente con él, que sea él quien actúe y viva en mí. Siento que cuanto más el fuego del amor encenderá mi corazón, tanto más diré: "Atráeme", cuanto más las almas se me acercarán (pobre desecho de hierro inútil si me alejara de la hoguera divina), las almas correrán más rápidamente atraídas por el olor de los perfumes de su Amado…

     Madre querida, quisiera ahora deciros qué es lo que entiendo cuando digo olor de los perfumes del Amado. Puesto que Jesús subió al cielo, no le puedo seguir más que siguiendo las huellas que él ha dejado, pero, ¡qué luminosas son estas huellas, cuan perfumadas están! No tengo que hacer otra cosa que poner mis ojos en el santo Evangelio, enseguida respiro los perfumes de la vida de Jesús y sé por donde debo correr. No es en el primer lugar, sino que me lanzo hacia el último; en lugar de adelantarme, como el fariseo, repito, llena de confianza, la humilde plegaria del publicano. Pero sobre todo imito la conducta de María Magdalena; su maravillosa, o mejor, su amorosa audacia, que hace las delicias del Corazón de Jesús, seduce al mío.

     Sí, siento en  mí que, aunque pesaran sobre mi conciencia todos los pecados que se pueden cometer, con el corazón roto por el arrepentimiento iría a refugiarme en los brazos de Jesús, porque se muy bien cuánto ama al hijo pródigo que regresa a él. No es porque el buen Dios, en su solícita misericordia, ha preservado a mi alma del pecado mortal que me levanto hacia él por la confianza y el amor.

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